Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

Llobu senabrés




Dende entuences Paulo nun vulvióu a ser el mismu. Vulvióuse cumu lluciu, nun daba una fala y pasaba us dies sentau nel escañu crisau p´a lumbre, y de repente dábale un rauto y comenzaba a ponerse alerviau y a golpearse cun us puños na tiesta. A muyier intentaba sujetarle as manos pa que nun se ficiera daño y deciele: - “Ya pasóu rosa, ya pasóu, susiégate una nada.”
Él ya le habié ditu muitas veces que daba en ouyir us roidos, drento da cabeza, de la batida que venién en busca del llobu, en busca d´él. Y yie que Paulo habié siú n´una oucasión perseguiú cumu si fora un llobu.
Roubóu una ouveiya. L´animal entróu pa corte cuando andaban repartindo el ganao. Nun le diú tiempu a cavilar, cuando vinionen y preguntonen: -“ ¿Hay algo ajeno?” , él ya le habié cortau as gorxas y la tenié escurrendo nel curteillu. 
¡Seis rapacicus piquiñicus todus! Churmingandu que tenién fame y nadica en casa que echar a perder. Aquella ouveilla la habié mandau Dios o al mejor oudemo pa us fiyicus y asina diba a ser. Siguramente venié d´una casa que as traerién a la roda.
Pero ábate el diabro, que vai tú a saber quién verié algu, pero de eillí a una nada se supo quién habié roubau l´ouveiya. Le pusionen el pior de los castigos, le obligonen a ponerse pur cima un pilleju d´un llobu y descalzu, cargar cun l´ouveiya y a escapar mientres todo el puebru le perseguié facendo una batida, facendo roido cun caxunetas enllenas de chinas, cun palus, cun chucayos...; rudiándolo y dando voces: -¡Llobu, llobu!
Currióu muitu, sin soltar l´ouveilla hasta que le dionen caza. Debelgau, cun a pilleja del llobu encima y us pies encetaus, eillí mismu ficionénle enterrarla, bien fonda. Casi nin vía mientres cavaba, foi l´ultima vez que chouróu, nun pudo nunca jamais, nin tan siquiera cuandu murrionen dous d´os rapacicus d´hambre y de miseria y tuvo qu´él mismu abrir a fuxaca y deixarlus eillí drento. Eillina enterróu tamién a pouca rezón que le quedaba.
Dende entuences a gente l´aullaba, us rapaces gulpiaban a puerta de casa y chamánbalo “¡llobu!”, outras veces tirabánle piedras o dabánle figa, o l´arremedaban dándose golpes na cabeza. Yie pur esu que pasaba más tiempo na sierra que n´el puebru.
Pa sus adrentos creía que yiera mejor estare rudiau d´alimañas que d´aqueilla gente. Naide sabié que siempre habié guardau la piel de llubu, la tenié escundida nun chozu. Cuandu estaba na sierra y us llobus daban en aullar, él puniese la pilleja pur cima, se encarrapitaba apuntarriba d´a peiña más alta qu´ alcontrara y les cuntestaba cun outro aulliu. Parecié outru llobu más de la manada, habié aprendiú a facerlu eigual.
Asina estaba hasta que deixaba de sentir a oullariza dus llobus y aquel roido d´abatida empezaba outra vuelta a retumbarle na cabeza, entuences se encullía y quedaba tan queticu que sólo víase la piel de animal que lo cubría, hasta que el silencio vulvía al fin.
A sue muyier escalabeciando a todas as horas, sin que naide le diera rezón d´él, sin saberlo vivu o muertu,  dasazonábase toda sabíndolo solicu n´el monte y rezábale pa él:

“A la una allumbra
más el sol qu´a lluna.
As  dues son as dues tabricas
onde Moisés puso us  pies
pa chubir a la ciudad santa
de Jerusalén.
As  tres son as tres Maríes.
As cuatro son us cuatro evangelios.
As cinco son as cinco llagas
de Nuestro Señor Jesucristo.
As seis son us seis cirios,
qu´ alumbran de díe a us vivos
y de noche a us oufrecidos.
As siete son as siete palabras.
As ocho son us ocho gozos.
As nueve us nueve meses
qu´ estuvo Jesucristo
n´ el vientre da Virgen.
As diez son us diez mandamientos.
As once son as once mil vírgenes.
As doce son us doce Apóstoles.”
Habié pasau una sumana chuvendo sin parar. Foi precisamente l´afiyau de Paulo, qu´estaba cun a buyada, quién avisóu nél puebru da cerracina q´us llobus habién feitu na llagona. Us llobus habién dau muerte a daciochu caballerías, rudiándolas a la vez que las meixaban cumu anunciando lu que diban a facer. Las fonen arrequedando hasta meterlas n´el toyo d´un gran buduncal, de donde nun pudionen salir y asina  las achagonen sin priesa.
Toconen a conceillu y acordonen dir toda a gente a batir a sierra hasta dar caza a aqueillas alimañas y evitar asina más llobadas. Us homes cun escopetas, as muyeres cun  guinchas y guiyadas, outras facendo roido, también us rapaces cun ruxideiras. Hasta vieno gente d´outrus puebrus.
L´estruendu yiera terrible, la himalia de gente que peinaba un gran terrenu y todus se esgorxaban gritandu: ¡llobu! ¡llobu!
Us llobus berruntaban el peligro y dionen n´aullar. Paulo fizo cumu siempre facié, se colocóu pur cima a piel de llobu, buscóu el piñeu más altu y dende eillí dióu n´ aullar cun todas as fuerzas. 
El malditu roido empezaba outra vuelta. Empezóu aspacio, pero foi facéndose más y más fuerte, Paulo foi enculléndose cada vez más a esperar que pasara pronto. Nun sabié, nin lo sabrié nunca qu´aqueilla vez el fragor nun estaba na sue cabeza.
Alguien gritóu: - ¡Eillí, eillí , a puntarriba d´aquel piñeu!
 Dous homes apuntonen al que creían un animal y disparonen, atinando ambos. Unu l´atravesóu a cabeza, el outru el corazón.


Ahora sí que sí yiera libre, al fin llegóu el descanso, a sue cabeza pur siempre llegóu el silencio.


María José Zurrón


Anita Trenzamundos

vivo navegando, mirando el horizonte, veo un  sol gigante y una mente soñadora que vuela....¿a donde?

Hola, me llamo Ana soy arquitecta e ilustradora  y lo que mas me gusta es pintar...  mientras pinto.. camino, viajo, invento historias, descanso, crezco...

ilustro cuentos, casas, ciudades... con mi pincel y acuarelas paseo por el mundo.

más información aquí

Que pasará...




Que pasará cuando se apague tu voz.
Cuando en las venas del planeta
No corra mas tu sangre cristalina.
Cuando se encorve el sauce en busca de sustento y no lo halle.
Que pasara cuando la libélula no encuentre el remanso donde apoyar su nido... 
Que pasara cuando la piedra se quebrante asfixiada....
Que pasara conmigo cuando ya no estés y  mis ojos se sequen por no verte..
 Oh río de mis ríos!



Belkis Lorenzo Durán

SANABRIA : Esencia y emociones



Tengo muy claro desde siempre, desde que sentí lo ínfimo que este ser mío era, comparado con la comarca que me rodeaba, que tenía que haber un motivo muy grande para ese sentimiento que en mí provocaba. Después, en la lejanía, supe que sin ella yo no era.
Ella era hermosa en todas sus estaciones, cada cual tenía cualidades que la hacían ser: fértil, o fría, o seca o tremendamente agradable y las personas que la habitaban tenían una vida intensa  y muy laboriosa y aunque a veces tuvieran disputas o diferencias, siempre reinaba la armonía  y realizaban un montón de trabajos en comunidad para que  todo funcionara.
Yo, a mi modo, disfrutaba en unas y en otras, implicada en la realización de trabajos desde muy pequeña: acarrear agua de las fuentes, para que en casa siempre hubiera, cortar leña con el hacha para la lumbre, pelar berzas a los repollos y remolachas para dar de comer a los cerdos, pastorear con las vacas y ovejas, recoger las castañas, y las patatas de la cosecha y mondarlas en primavera cuando le salían tallos, soltar los jatos a mamar y ordeñar leche para el desayuno, poner hierba a las vacas en el pesebre cuando no había suficiente pasto fresco y darles su ración de harina mezclada con agua como complemento de su nutrición y etc. etc. Todo esto compaginándolo con las clases en la escuela, que afortunadamente, yo ya tenía derecho, no como mis abuelas que no lo habían tenido.
Si, realmente podía sentirme afortunada, yo podría leer a Cervantes y tantos escritores que  habían dejado su legado para que personas como yo adquirieran su conocimiento, en esa bellísima lengua que llenaba las páginas de los libros a los que yo tenía alcance, unos pocos en la escuela y los libros del abuelo José Ramos con los que él había enseñado a leer a las mujeres que quisieron aprender, que fueron muchas, en su pueblo Triufé y en otros en los que dio clases a falta de maestros. Él, maestro no era, solo maestro de obra y carpintero además de labrador y conductor de coches de caballos en Madrid en los inviernos. Fue padre de diez hijos que le dio su amantísima esposa Teresa, de los que perdió tres.
Yo no le conocí, murió joven, pero siempre me he sentido rodeada de su esencia, esta me hacía tener sentimientos y emociones que a veces eran de rabia por no haber tenido la suerte de conocerlos y otras, me embargaba  una sensación de responsabilidad y de exigencia a estar a su altura, aunque sé,  que tal cosa jamás lograré.
 Esa sensación era exacta a la que sentía ante la grandeza  de Sanabria y me hacía pensar en cómo nuestros antepasados pudieron vivir orgullosos de su trabajo y tradiciones, y superar tantas adversidades sin caer en la desesperación. ¿De dónde sacaban su fortaleza? ¿Y su conformidad?... ¿De su fe, o de su fe en sí mismos…?
Sin duda eran de otra pasta.
Esa esencia sigue presente a mí alrededor  pero… Ahora que soy mayor y viendo cómo hemos dejado perder todo cuanto nos legaron, tengo sentimientos de vergüenza que me hacen preguntarme porque no aprendí más de ellos. Y porque me faltó la energía para protestar cuando lejos de la tierra sentía que poco a poco intentaban darme la vuelta a la piel y despojarme de todo lo que recordase a pueblo, “hablar como allí es paleto”,  “espabila” o dirán que tú entraste en Madrid, pero Madrid no entrará en ti…
 Aún abrigo la esperanza de encontrar el camino que me ayude a mostrarle mi respeto y agradecimiento, por ser parte de ellos. Porque, no he podido encontrar en otras tierras, bellas y hermosas, la sensación de pertenecer a algo y ser parte de algo como en nuestra Sanabria querida.



Triufé-2-8-2015.
I.S.R.= Ines Camaro Sanchez