Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

Mundo rural tradicional, Permacultura, Buen Vivir y Capitalismo.

Daniel Boyano Sotillo
Riobamba, 25 de abril de 2013



"Quien solo se alimenta del pasado y  sueña con el futuro sufre de  insomnio y hambre"

Ante el fracaso en la construcción de sociedades en la modernidad, los pueblos originarios tienen un mensaje hoy para la sobrevivencia del mundo. Cuando hablamos del Sumaj Kawsay, del Sumaj Qmaña, o del Buen Vivir, no estamos hablando para nosotros y nosotras. Ese es el mensaje de las culturas originarias andinas, que puede resolver crisis desde nuestras filosofías y que tanto se parece a la sociedad convivencial del mundo rural tradicional. Los pueblos originarios tienen la creencia que no solo es posible trasladar este conocimiento antiquísimo heredado de las primeras personas pobladoras del mundo, sino que es una tarea para este mundo contemporáneo de crisis de todo tipo. 
Consideró que así como los conquistadores (Romanos sobre la cultura Celta, Europeos sobre las culturas originarias de América, Ingleses sobre la cultura aborigen de Oceanía...) llegaron a  mostrar lo que consideraban el mundo moderno y a decirles a los nativos el estado de atraso en que supuestamente estaban. Ahora los pueblos originarios deben mostrarles sus saberes a esas regiones estimadas desarrolladas economicamente.  Tanto los pueblos originarios como el mundo rural tradicional pueden enseñar su filosofía como una nueva manera de construir una sociedad, a partir del restablecimiento del equilibrio con la Tierra. 
Respecto a cómo se ha traducido el concepto del Vivir Bien en Bolivia en las políticas públicas nacionales, o Buen Vivir en Ecuador, señaló que se trabaja en la construcción de una sociedad a partir de los conocimientos y saberes de los pueblos ancestrales para combinarlos con la modernidad. 
"Esa será nuestra forma de medir nuestros avances", aseveró, y apuntó que el Sumaj kawsay o el Sumak Qmaña no es un objetivo, sino una consecuencia de lo que es posible, sobre la base de una relación de igual a igual con la naturaleza. En el mundo occidental han surgido teorías por pequeños colectivos alternativos que siguen una filosofía similar como el decrecimiento, la vuelta al campo, la permacultura, o la biomímesis también conocida como biomimética o biomimetismo, que es la ciencia que estudia a la naturaleza como fuente de inspiración imitándola. Tampoco nos podemos olvidar de los grupos libertarios que en los últimos siglos han intentado implementar proyectos de vida autogestionados o las tierras comunales gestionadas por Concejos Abiertos que existen en Europa desde que en ellas habita el ser humano.

Estas afirmaciones se hacen en un contexto en el que el actual sistema capitalista no es sustentable ni ecológica, ni moral, ni social, ni cultural, ni económicamente. De este modo es complicado, pero posible a pequeña escala y con vistas de expansión mediante relaciones solidarias de cooperación,  que funcionen instrumentos o modos de entender la vida tan útiles como la Permacultura, que busca recuperar estos saberes ancestrales en todas las partes del mundo para vivir en simbiosis con la Tierra. Y digo que este sistema capitalista no es sostenible ecológicamente, porque la base de recursos naturales que lo sostiene posee límites, conocidos como el del petróleo (no renovable), además de los efectos de su utilización en forma de energía (efecto invernadero), y en el caso de los renovables, no se respetan sus ciclos de reposición. No es sostenible socialmente, porque con el objeto de  maximizar ganancias, lo hace a través de disminuir costos pagando salarios de indignos, con distribución desigual de la riqueza y creando pobreza en la mayoría de las poblaciones, generando amplias brechas entre las diferentes clases sociales. No es sostenible culturalmente, porque busca la uniformización de las diferentes culturas y pueblos del mundo, mediante la creación de necesidades, imposición de conductas, patrones de consumo, modas y transculturización, a través de los medios de comunicación masivos. Y por último no es sostenible económicamente, porque como ya dije, está basado en la explotación de recursos naturales finitos, y es sabido que si se acaba con el capital natural (recursos naturales), sea por su agotamiento, degradación o contaminación, eventualmente se quedará sin recursos para continuar el proceso de producción, además de los residuos que se generan. Un análisis incluso superficial entre ecología y capitalismo identifica una contradicción básica. Donde impera la práctica capitalista se envía al exilio o al limbo la preocupación ecológica. Ecología y convivencia social se niegan frontalmente con el capitalismo. No hay acuerdo posible. Si, a pesar de ello, la lógica del capital asume el discurso ecológico... o es para obtener lucro, o para espiritualizarlo y así vaciarlo, o simplemente para imposibilitarlo y, por tanto, para destruirlo. El capitalismo no sólo quiere dominar la naturaleza, sino extirpar todo de ella, saquearla. El sistema capitalista necesita crecer para sobrevivir, no tiene límites, pero se basa en unos recursos naturales, yo prefiero llamarlo patrimonio natural, finito, por lo que no tiene sentido en si mismo. 
La crisis múltiple que vive la humanidad, y que se ha acentuado en los últimos 30 años, (desertificación, pérdida de la biodiversidad y derechos sociales, recalentamiento global, rompimiento de la capa de ozono, extinciones masivas y aceleradas, hambrunas, y cambio climático) no puede entenderse como fenómenos neutros, no pueden ni deben ser estudiados, de acuerdo a la metodología positivista clásica, como hechos aislados del modelo de organización político económico y social que ha dominado a la mayor parte del mundo en los últimos 300 años, esto es, el capitalismo.
El capitalismo debe ser entendido no como un simple sistema de propiedad y producción sino como un sistema de organización económica y social, como un sistema de relaciones entre los seres humanos y entre estos y el medio natural no antropizado. La cultura de la dominación, de la apropiación privada y de la explotación, paradigmas del capitalismo, se ha extendido no sólo a las relaciones de producción entre las personas, sino también a la naturaleza. En el capitalismo la naturaleza es transformada de una entidad ecológica con complejas relaciones holísticas a una entidad económica con relaciones mercantiles de producción. Los derechos de propiedad y las relaciones de producción capitalistas condicionan explícitamente las formas y manejos de los ecosistemas ubicados en cada país o región sometidos a las leyes del mismo.
La racionalidad económica capitalista se caracteriza por el desajuste entre las formas y los ritmos de extracción, explotación y transformación de los recursos naturales por parte del sistema y las condiciones necesarias para la conservación y regeneración de los ecosistemas intervenidos.
Además, la actual multi crisis es parte de un entramado de acciones cuyos resultados se pueden proyectar al pasado y constatar su repetición en las crisis cíclicas ya experimentadas (crisis de los 30, 70 o 90), debido a operaciones de sobreproducción y maximización de ganancias, rentabilidad máxima, que estalla por el descontrol y especulación, por parte de los gobiernos y de los actores económicos privados, desajustes promovidos por los mismos agentes políticos a sueldo o colocados en puestos claves del gobierno por los mismos agentes económicos privados. Todo lo anterior debido a un afán de lucro desmedido, en el que nunca es suficiente la concentración de riquezas, tanto a nivel de países como de individuos que poseen los medios para someter países, poblaciones y voluntades, sea de forma encubierta con gobiernos no electos que deciden por nosotras y nosotros (FMI, BM, OMC, OTAN, USAID, ONGs, Plan Colombia, Plan Puebla Panamá) o de forma descarada, como las invasiones militares con patente de corso (casos Sahara Occidental, Palestina, Irak, Afganistán, Golpe de Estado en Honduras y Paraguay), lo que les garantiza amplias opciones de dominio y poder. Esto justifica actos de desobediencia civil ya que las personas causantes de la crisis no están siendo responsabilizados y no sufren mientras que pueblo si con todas las medidas de recortes sociales. Por todo ello se puede afirmar que el sistema capitalista neoliberal es como la cebolla, contra más capas quitas y lo descubres, más lloras.
A escala local se puede y debe de luchar contra las fuerzas externas antes explicadas, de ahí la dificultad de aplicación de proyectos autogestionados permaculturales que van en contra del sistema.  Al ser lo local la escala más propicia para que la ciudadanía conozca y exija sus derechos, los cambios que se presenten en la calidad de su gestión incidirán directamente en la evaluación general que tengan los ciudadanos y ciudadanas de la administración, servicios públicos, y sostenibilidad de la gestión en general, ambiental, social, cultural y económica. Como elementos claves, para lo anterior, considero que la Educación y a la Participación Ciudadana, son las bases en un proyecto comunitario permacultural donde la democracia directa participativa, la asamblea  y el equilibrio con la naturaleza serían sus ejes principales, combinando, en suma, los principios de autonomía e igualdad. Algunos de los objetivos que deberían existir en estos espacios de autonomía son: acabar con la división del trabajo; recuperar sabidurías en proceso de desaparición; restaurar la conciencia del trabajo autónomo sin jerarquías y resucitar la dimensión colectiva y de apoyo mutuo; zanjar la histeria de la competitividad; frenar el consumo incontrolado; y repartir el trabajo y revalorizar el trabajo doméstico
Es hora de ser protagonistas de nuestra propia película, que es nuestra vida, y de que los ríos de la vida se unan para hacer un solo cauce más potente ya que cuando se juntan dos ríos se hace más fuerte la corriente.

Lo que está en juego, más que la supervivencia de la especie humana, es su vocación y derecho a un mundo hermoso y libre, capaz de dimensionar una vida de relaciones fundadas en el más ser y no en el más tener, y en una lucha competitiva estéril y deshumanizante, que sobrevive a la sombra de un posible holocausto nuclear, con la permanente neurosis de un ambiente degradado, hostil y contaminado, con crisis económicas que proyectan hacia el futuro imágenes de pesadilla, un ser humano dislocado en sus fibras más profundas, mutilado de su entorno, enemigo de sí mismo y de toda otra forma de vida. La Permacultura  busca, además de cubrir necesidades básicas en armonía con la naturaleza, una disminución de las horas de trabajo para aprovechar el tiempo libre en el crecimiento espiritual, el estudio, la inventiva, la creatividad, el ocio, el fomento de las relaciones familiares y comunitarias, la solidaridad. Si abandonamos la producción de bienes suntuarios o innecesarios, o de los que la publicidad se esfuerza por crearles su aparente “necesidad”, además de no caer en la trampa del endeudamiento (préstamos bancarios, tarjetas de crédito) podemos dejar la carrera de trabajo, consumismo, deuda, estrés, trabajo, consumismo, deuda, estrés.
Pensamos también que los proyectos permaculturales tienen un ámbito, que pensado desde lo local puede tener repercusiones en lo global, aplicando todos los principios, se propone entonces un ámbito de acción a partir de la gestión comunitario-municipal sostenible, escala geográfica que permite a los actores, gobierno y ciudadanos, interrelacionarse de forma más efectiva y generar sus propias soluciones y correctivos para llegar a un Vivir mejor o Buen vivir. 
Como decía Antonio Machado "las sociedades cambian cuando cambian sus dioses", en este caso el capitalismo como divinidad está cerca de su final, y es que el dinero brilla (para lo bueno y para lo malo) tanto que deslumbra y no nos deja ver el final del túnel. Pero una esperanza nos acompaña: en su historia, la Tierra pasó por cerca de 15 grandes exterminios o crisis. Siempre salió con más energía y biodiversidad. Ahora no será diferente. Superaremos la enfermedad del capitalismo que el ocaso no es el fin de la historia, solo del sistema capitalista neoliberal que nos llevo a esta crisis múltiple

"Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XXI, no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas. No hay que olvidarse que solo a los peces muertos se los lleva la corriente".

No hay comentarios:

Publicar un comentario