Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

¿Podremos?


D.B.S.
 
Noroeste Ibérico, mayo de 2014

 
Con el éxito electoral oficialista de Podemos son muchas las preguntas que han surgido entre la población y los diferentes movimientos del ámbito rural.
Podemos, a pesar de ser  una agrupación urbana y con ideología urbana (solo se habla de ciudadanos y ciudadanas y no de aldeanos y aldeanas) puede  servir de interlocutor válido, no sin tensiones, con las élites institucionales y continuistas con un enfoque hacia que tienen una visión del medio rural verticalista donde se implantan normativas rurales elaboradas en despachos y gabinetes de Madrid o capitales autonómicas y provinciales.

Hay que recordar que el medio rural tradicional  se autogestionó durante siglos, y en muchos lugares todavía se autogestiona, mediante Concejos Abiertos que son el fruto de un largo proceso de organización, cultura y administración territorial ancestral donde la mujer y el hombre, enraizados en su tierra,  coexistían mediante un vínculo de unión entre la naturaleza y sus pobladores humanos que se ocupaban y preocupaban por ella, ya que dependían de esta para vivir (D.B.S. 2013). En los Concejos Abiertos, no había representantes (por ello la sección institucional y oficial de Podemos quedaría fuera), y son una forma de asamblea vecinal y popular (democracia directa).  A pesar de ello hay que estar atentos a estos interesantes movimientos urbanos como Podemos para colaborar en aquellos aspectos que sea posible, por ejemplo, es cierto que esta organización plantea una regeneración asamblearia mediante los Círculos Podemos, destacando su trabajo en barrios donde el grado de vecindad no se ha perdido totalmente, o sectores socioeconómicos concretos.

Desde mediados del siglo pasado, el concepto de sostenibilidad ambiental ha cambiado, al igual que los procesos participativos y asamblearios, de ahí la puesta en valor del concejo abierto y el comunal en el mundo rural durante los últimos años, y es que los actos de cooperación local y ayuda mutua rejuvenecen en momentos de gran necesidad como es este donde el Estado de Bienestar está dando sus últimos coletazos.
Y por favor, recordamos que  desde hace mucho tiempo hay muchos movimientos y organizaciones trabajando a nivel local, e incluso redes como Plataforma Rural a escala más amplia, así que recomendamos a las bases de Podemos en el medio rural que se sumen y adapten a estos y no pretender inventar la rueda de nuevo. 

Lo que si sabemos es que lo que rechaza  Podemos también lo rechaza el medio rural tradicional, en cuanto a los puntos en común para la construcción de una nueva forma de organización social son todo interrogantes ¿Podremos?.

Las mujeres en el Concejo Abierto histórico


Daniel Boyano Sotillo

Ponte de Lima, 2 de mayo de 2014

El papel de las mujeres en el Concejo Abierto histórico, y no en el que tenemos hoy en día en algunos pueblos y aldeas, no ha sido muy investigando pero si se saben algunas características relevantes en los que las mujeres destacaba por su rol protagonista dentro y fuera del núcleo familiar. Por un lado, se sabe que el trabajo de los cuidados, en su mayor parte realizados por mujeres, estaba muy valorado socialmente, ya que era fundamental para el mantenimiento de la comunidad. Por otro lado, la mujer podía ir como representante de la casa al Concejo Abierto, pudiendo de esta manera ejercer su derecho al voto, varios siglos antes que cualquier Estado moderno se lo permitiera. También hay que resaltar que en sociedades hortícolas y autosuficientes, como era el mundo concejil, donde se complementaba la dieta con recursos silvestres como la recolección de frutos y tubérculos y la caza de pequeños animales; el papel y la contribución de la mujer en el mantenimiento alimenticio del hogar es muy superior a la actual, incluso mayor a la de sus varones contemporáneos. Incluso han encontrado restos arqueológicos de mujeres con armas de caza mayor por lo que es posible que también cazaran grandes presas las mujeres. Es importante mencionar que los pueblos originarios del Noroeste Ibérico, como los Galaicos o los Astures, existía el  matriarcado, y se manifestaba con diferentes costumbres como la covada, que consistía en que la mujer daba a luz y seguía con sus labores diarias, mientras que el hombre se quedaba en cama al cuidado del recién nacido.

Sociólogos y sociólogas de la escuela funcionalista formularon hace algunos años una explicación del impacto de la tecnología industrial sobre la familia rural moderna que alcanzó una aceptación casi universal. Se basaban en que antes de la industrialización, la familia era la unidad básica social. Las familias rurales, numerosas y autosuficientes, producían y elaboraban casi todo lo necesario para su sustento y para intercambio,, a la vez que cumplían toda una serie de funciones que abarcaban desde la protección mutua hasta el entretenimiento. En esas familias rurales preindustriales y precapitalistas, las mujeres tendían una gran cantidad de tareas altamente valoradas socialmente e indispensables para la sostenibilidad de la vida.

Con la industrialización y capitalización del trabajo, las tareas del mantenimiento de la vida, al no ser remuneradas, quedaron invisibilizadas, y el papel de las mujeres quedó relegado a un segundo plano, al contrario que el de los hombres que se realzó al obtener ingresos monetarios por el mismo.

Se puede afirmar por tanto que en los pueblos y aldeas gestionados mediante Concejo Abierto, la igualdad no solo se daba entre las familias, si no que también dentro de los hogares. A pesar de ello se debe seguir indagando en el tema, y como siempre, nos deberíamos quedar con aquellos aspectos tradicionales que nos llevaran hacia la igualdad de género.

¿Trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?


 
Nos pasamos la vida trabajando en oficios que no son de nuestro agrado para obtener artículos o servicios que no necesitamos. Si gastamos menos quizás podamos permitirnos coger más vacaciones, no hacer horas extras, o incluso dejar un trabajo que no nos gusta o no nos deja descansar.

Al humano medio occidental le da miedo salirse del círculo. Estudias algo reconocido institucionalmente, luego trabajas en algo que te reporte personalmente ingresos económicos aunque no te guste tu oficio, contraes una hipoteca (o varias: coche, casa), tienes una pareja (heterosexual, de tu edad, soltera...) para toda la vida, hija e hijo... Nos han dado el guión ya escrito. Estamos acostumbradas a tomar escasas decisiones trascendentes, y siempre dentro de un escenario en el que ya viene el decorado previamente organizado: qué estudiar (pero que tenga salida), de qué trabajar (entre lo que “el mercado” ofrece) y la marca de coche o móvil que tendrás.

Pero el trabajo colectivo no remunerado y basado en el apoyo mutuo, la “ociosidad” y el “no hacer nada” están muy mal vistos por quienes “levantan el país”, que no se dan cuenta de que llenan su autoestima fabricando o vendiendo cosas muchas veces innecesarias o incluso agresivas con el medio y la propia sociedad al concentrar el capital en pocas manos; y pagadas con los impuestos de todas y todos (armas, publicidad, toneladas de plásticos de usar y tirar, infraestructuras que destruyen la naturaleza, coches que contaminan, alimentos que provocan enfermedades y un largo etc.), y que si se permitiesen estar en la playa tomando el sol o paseando por la montaña harían un gran favor al país al que presumen de levantar, que tendría un aire más limpio y unos habitantes más felices y relajados.

Y al final siempre tenemos la misma nos hacemos la misma pregunta ¿Trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?
 
 
D.B.S.

 

 

ELLA, La autora de mis días

20 de mayo de 2014
                                                                                                                                         I.C.S.


 Se, que por más que me esfuerce nunca estaré a su altura, pero juro por Dios y por el sol que cada día nos alumbra que lo intenté, sí, lo intenté. Pero solo fue eso, un intento.  En ella nada era normal, ni su resistencia, su valor, su capacidad de sufrimiento, su ingenio para resolver situaciones, su valentía, su generosidad. Toda ella emanaba sapiencia  adquirida de las mujeres  de su familia y de su propio esfuerzo por mejorar lo aprendido. Ella aprendió de su padre que el saber no ocupa lugar y vaya si se esforzó. Hasta latín cantaba como nadie, con la hermosa voz que tenía y también lo escribía.
Cuando ella nació, en nuestra tierra las mujeres  de gente del campo, no recibían formación en las escuelas, estas, eran solo para hombres. Fue su padre quien cambió todo eso y gracias  a él, ella pudo aprender, también aprendió corte y confección en la Puebla con parte de lo que ganaba dando jeras, es decir (arando las tierras de otros con la pareja de vacas de sol a sol).
Conocía todas las labores que se le hacían a la tierra antes de sembrarla, como luego, cosechar el fruto y tratarlo, como cuidar a sus animales, atender a las hembras en sus partos: vacas, ovejas, cabras, etc. etc.
 Como esquilar las ovejas y tratar la lana, sembrar y tratar el lino, tejer  ropa para la familia,  hacer la matanza del cerdo para surtir la despensa para todo el año. Otra cosa que hacía era marcar en las orejas a sus animales, cada familia tenía una marca propia y la repetía en todos sus animales para cuando iban con la vela o la vacada, para después distinguirlas del resto.
Araba la tierra con los surcos más derechos que yo haya visto y segaba la cosecha con la misma habilidad que un hombre, al igual utilizaba la guadaña haciendo baraños sencillos o dobles.
Cuando se iba a arar decía que regresaba para comer, pero por si acaso se llevaba un poco de pan y tocino y si las fuerzas no se agotaban continuaba todo el día, porque ella además nunca sabía si mañana tocaba arar o ir a cortar árboles, pues de eso también sabía y tiraba del trozador como un obrero más.
Los obreros decían que ella los trataba mejor que el jefe aunque les daba mucha tralla, y ella tenía mano con las vacas y sabía manejarlas mejor cuando había que sacar trozas de sitios difíciles. 
El cómo le cundía tanto el tiempo, es algo que aún trato de resolver, creo que sobre todo era planificación y tener cuatro hijas que aprendieron pronto a valerse solas; el precio fueron algunos accidentes que dejaron recuerdos imborrables, pero sirvieron de experiencia para aprender.

El recuerdo más lejano que tengo de mi madre es de un día tocando la pandereta y cantando durante el baile con gaitero en el pajar de Santiago en las Llamas, siempre recordé ese día en mi memoria de dos años, pues son los que tenía, al poco de esto murió mi abuela y mi madre con su luto, en tres años ya no participó más en esos bailes y después llegó la luz y nos cambió la vida. Hasta la llegada de la luz, era costumbre hacer esos bailes los sábados y en las fiestas y la juventud también participaba en comedias y sainetes que ensayaban y hacían representaciones. Mamá me contó que participó en una obra titulada el Calzonazos de Carlos Arniches y   a partir de esa representación comenzó su relación con el que después fue nuestro padre, él era el calzonazos en esa obra.
Él ya tenía los treinta, ella veintiocho; para aquellos tiempos ya se les estaba pasando el arroz, ambos habían tenido otros novios (as) pero se habían ido quedando solos pues todos se habían ido casando y si no se casaban tendrían que salir fuera del pueblo en busca de pareja y eso era mal asunto, porque luego las tierras de la pareja les quedarían lejos y no podrían juntar ninguna para hacerlas más grandes. Pero yo quiero pensar que  algo más habría si no, no habrían hecho tan buena pareja durante tantos años.
Años muy duros, de mucho trabajo: el campo, los animales, la madera, la construcción de la casa, criar cuatro hijas. No había tiempo para aburrirse, alguna de ellas les dio más preocupaciones de las necesarias, hasta el punto de que mi pobre madre casi pierde la vida.

 El día amaneció radiante, era verano. Mi madre me encargó que fuese por la burra a las cuadras del barrio de abajo, en la casa del abuelo junto a la iglesia, tendría que ir a Otero a por unos cartones de tabaco y encargar al ti Antolín que trajeran un pellejo de vino pues en unos días empezaba la siega, para que no faltara.
En aquella casa junto a la poza de los Suelmos, esa noche no habían dormido pues toda la noche se oyeron los canticos de costumbre cuando corría el vino en abundancia siempre que había cuartos. Cuando la niña (yo), pasó por su puerta, ellos salieron riéndose. La niña siguió hasta la fuente donde la burra siempre se paraba a beber, llevaba ese vestido pichi de color marrón que le gustaba mucho, el vestido caía sobre sus piernas y cubría los cuartos traseros de la burra. A la madre de esa familia le pareció que iba muy provocativa con diez años enseñando las piernas desde las rodillas hasta los tobillos, le dio un palo a su hijo menor que tenía ocho años, y le susurró algo al oído. Él hijo empezó a caminar por el borde de la poza hacía donde estaba la niña dando de beber a la burra, de pronto levantó el palo y comenzó a golpear al animal y también en las piernas a la niña, toda la familia se partía de risa mientras él seguía dando palos siguiendo la burra ya calle arriba. La niña no tenía donde agarrarse pues el animal no llevaba albarda ni cincha donde agarrarse, la calle entonces tenía una calzada de piedras grandes por donde transitaban las personas y como a un metro más profundo circulaban los carros, los animales y el agua de las lluvias. La niña aguantó todo lo que pudo pero llegó un momento que perdió el equilibrio y cayó de bruces sobre las piedras por donde pasaban los carros. Su boca se estampó contra las piedras así como sus codos y sus rodillas, mientras caía oía las risas de esa familia. La burra siguió corriendo hasta la casa y ella quedó allí tendida. Después de ver miles de estrellas, cuando pudo levantarse  notó que la sangre caía de su boca y de sus codos y rodillas.  Como pudo llegó hasta la casa y su madre al verla se descompuso.
La niña tenía que haber ocultado los hechos y decir que se había caído sola, su madre la habría curado como otras veces pero…. Ella dijo que la habían tirado, su madre vio los golpes de los palos en sus piernas y perdió el juicio. Ella sola fue a pedir explicaciones a esa gente y la recibieron bien armados. Cuando pudimos avisar a más personas de lo que ocurría, ellos ya le habían dado varios golpes con las azadas y clavado los dientes de una tornadera de hierro en un brazo. El recuerdo de ese día me ha perseguido durante toda mi vida. A mi madre aquello le afectó muchísimo, le quedaron secuelas de aquello. Y yo pensé que me quedaba sin madre. Aquella familia tenían una deuda pendiente en nuestra tienda y andaban hacía tiempo mal encarados con nosotros hasta el punto que siempre que pasábamos por su puerta nos azuzaban una perra que tenían que era malísima, más de una vez tuvimos que subirnos a una pared para evitar que nos mordiera. Después vinieron los guardias, se puso la correspondiente denuncia y el día del juicio ni se presentaron. Y si les traían citaciones para que fueran al juzgado, nunca las recibían; cerraban su casa a cal y canto y así pasó el tiempo y todo quedó en nada. A partir de aquellos hechos aprendimos a ser más cautas con ciertas personas. Pero la ley demostró que no siempre defiende a los más débiles.
                  ……………………………………………….
Pero en el transcurrir de los días, ella fue organizando a la familia de modo tal que al abandonar la escuela, las niñas partieran a la ciudad y se fueran entrenando en la realización del trabajo que después desarrollarían cuando estuvieran todos juntos, pero en la ausencia de ellas fue cuando sufrió un terrible accidente con la carreta y las vacas que casi le cuesta la vida……
Después de una vida de mucho trabajo, pocas alegrías y muchas decepciones, entre ellas la más grande fue dejar aquella tierra que en su momento no quiso para sus hijas, porque en la ciudad no encontró nada más que buitres dispuestos a comerse su pan, perdió la sonrisa de su tierra y vivió entre cuatro paredes el tiempo que vivió en ella, muchos días sin ver el sol ni ventanas a la calle. Cuando su primera hija dijo que se casaba, ella quiso desanimarla y después de tener su tercer hijo le dijo: no has traído nada para ti,
 - Extraño es, que me digas eso, tú que hubieras dado lo que hubiera sido por tener uno. Pero sé  a qué se refería, las hijas siempre ayudan más a las madres.
Y un día se fue, dejando un enorme vacío en nuestros corazones y un montón de páginas en blanco de lo que prometió dejarme escrito y siempre decía: hay tiempo hija, hay tiempo….
Pero no lo hubo y desde entonces, ella es el espejo donde me miro, pero aún no me veo….

Jornada por el Stop al expolio de los bienes comunales rurales en Sanabria

El pasado sábado 26 de abril de 2014 se reunieron en Puebla de Sanabria más de 30 personas para dialogar sobre los bienes comunales y los concejos abiertos de la comarca de Sanabria, pero también sobre asuntos más concretos como la privatización del agua en muchos municipios de Sanabria; la subida de la tasa de luz cuando más de lo que se consume en Sanabria se produce con nuestra agua en los diferentes saltos hidroléctricos como Cernadilla o las presas de la sierra de Segundera; el estado de nuestras vías de comunicación, carreteras y caminos, y el impacto ambiental del Tren de Alta Velocidad; la muerte de las abejas de nuestras colmenas; el escaso aprovechamiento de los pinares y su sustitución por bosque autóctono; los herbicidas de calles y carreteras que nos matan poco a poco y usan los ayuntamientos, diputación y junta...