Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

Debilidades del sistema capitalista, ¿porqué son necesarias las transiciones socioecológicas?

Mar Tajimca 

El sistema neoliberal actual se fundamenta en un sistema económico mercantil que ha generado la mayor desigualdad social y daño mediambiental de la historia de la humanidad. No obstante, merece la pena repasar aquí algunas de los “puntos débiles” del sistema para así poder repensarlo y construir algo más justo, equitativo y humano.

Respecto al sistema económico actual, destaca una clara falta de regulación ética dado que entiende el concepto de riqueza como la mera adquisición y maximización del beneficio individual en el menor tiempo posible, sin atender a la desigualdad o a los daños físicos  y sociales que éste puede causar. Uno de sus colorarios inevitables, además de la explotación de la mano de obra, es que el consumo de recursos y la producción de residuos no puede dejar de crecer, formando una curva exponencial. El crecimiento no es la consecuencia posible de este sistema: es una condición indispensable para que funcione. Si la economía capitalista deja de crecer, se colapsa. Como estamos viendo actualmente con esta “gran recesión”.
Es aceptable pensar que ante una crisis de estas dimensiones, el sistema esté buscando innovaciones parciales para seguir perpetuándose. Si tenemos en cuenta el papel de las guerras en el desarrollo del capitalismo, podremos encontrar significado a los próximos acontecimientos a los que asistiremos en política internacional. Por no hablar del llamado “Capitalismo verde” que supone, simplemente, una contradicción entre los términos per sé.
Por ello, resulta hoy más necesario que nunca, entre otras cosas, un cuestionamiento internacional del modelo de medición macroeconómica basado en el PIB para aportar otras teorías económicas con una mayor vinculación moral, social y medioambiental. Respecto a alternativas de medición macroeconómica, existen ya multitud de ejemplos como el Indice de Desarrollo Humano, el índice de la felicidad o índice de Gini sobre desigualdad que, no solo tienen en cuenta la acumulación de beneficio o aumento de la producción de un país, sino también la calidad de vida de las personas que allí viven o la huella ecológica. La economía del bien común, se basa en esa necesidad de convivencialidad y aportación al bienestar social general. . El balance del bien común mide cómo una empresa vive: la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica, la democracia con todos sus proveedores y clientes. Finalmente, la evaluación de esos valores podrá permitir al consumidor escoger los productos con una mayor conciencia colectiva. La reestructuración del sistema productivo es un proceso que lleva tiempo, pero que merece la pena intentar, pues éste es actualmente la causa de multitud de violaciones de Derechos Humanos Otra buena propuesta es el concepto de Riqueza Básica de las Iguales  fundamentada en el “umbral de igualdad” y en una nueva forma de distribución del PIB a través de un Fondo de Consumo Social de mercancías y servicios directamente relacionados con el bienestar de la población.  La teoría de los comunes también realiza una alternativa argumentada, sólida y ecofeminista que vuelve a priorizar los valores de uso (necesidades humanas) frente a los de cambio
Una importante estrategia de lucha, en mi opinión, consistiría en el establecimiento de control de capitales para acabar con los movimientos especulativos, así como la prohibición de paraísos fiscales. Propuestas concretas en este sentido tales como la Tasa Tobin o mecanismos de redistribución de la riqueza internacional a través de un mayor control social de la inversión podrían ayudarnos la consecución de una mayor igualdad a escala mundial.
Todas las medidas propuestas de reestructuración económica, vendrían legalmente apoyadas a nivel internacional  sobre los Derechos Humanos. Unos Derechos Humanos, reescritos en nuevo y globalizado momento socieconomómico como el actual si, pero sobre todo que, lejos de la categorización por generaciones, considerara los Derechos económicos, políticos y sociales como fundamentales, sin olvidar los derechos medioambientales que reafirman esa vinculación necesaria entre lo natural y lo humano y defiende la Tierra como parte de nuestras propias vidas. En este último sentido de una necesaria mayor vinculación en todas las esferas de la vida ente la naturaleza y lo humano, cabría recordar aquí cosmovisiones de pueblos originarios como el “Buen Vivir” como fuente de inspiración para esa necesaria reconstrucción de dialéctica entre las estructuras y los valores.


Si atendemos ahora al sistema político dominante en la actualidad, observaremos unos rasgos comunes (pese a diferencias existentes de caracter geosociopolítico evidentes), que se basan en una clara falta de independencia frente al poder económico. Actualmente, los gobernantes se encuentran subeditados al poder económico y pretenden unos gobernados pasivos sin capacidad de argumentación crítica de la realidad y aportación de alternativas. Para ello, como es bien sabido, el sistema utiliza diversas técnicas que podrían resumirse dentro de la llamada “Teoría del shock”. Es en todo ello justamente dónde la población puede y debe actuar.
Por todo lo anteriormente expuesto, no resulta sorprendente pero sí esperanzador,  una cada vez más prevalente conciencia “internacionalista” surgida en los últimos años, (tomando ideas de otras luchas sociales pero innovadoras en cuanto a forma y escala global), surgidas apartir del encuentro de “problemas comunes” que atacan directa o indirectamente las necesidades humanas, produciendo en muchos casos daños de carácter social y medioambiental.  Políticas basadas en una mayor la “conciencia de especie”, las necesidades humanas y .generación de bienes relacionales podrían servir como motor de cambio hacia transiciones socioecológicas, desde mi humilde opinión, y la de muchos/as otros/as. Algunos de estos movimientos sociales han sido categorizados (y porque no, demasiado etiquetados y simplificados) como los/las indignados/as, no obstante aprovecharé el concepto de dignidad para recordar a nuestros/as compañeros/as zapatistas que, desde algún lugar de la selva Lacandona, nos recuerdan la importancia de la convivencialidad y reciprocidad de nuestros actos:La dignidad exige que seamos nosotros. Pero la dignidad no es que solo seamos nosotros. Para que haya dignidad es necesario el otro. Porque somos nosotros siempre en relación al otro. Y el otro es otro en relación a nosotros. La dignidad es entonces una mirada. Una mirada que también mira al otro mirándose y mirándonos. ”La dignidad es entonces reconocimiento y respeto. Reconocimiento de lo que somos y respeto a eso que somos. La política es el conflicto por fijar la frontera entre lo tolerable y lo intolerable: la definición misma de dignidad. ¿Dónde está el umbral de lo que ya no toleramos más? Es en primer lugar una cuestión de percepción y de sensibilidad. Ese umbral de lo que rechazamos afirma al mismo tiempo una imagen de dignidad común necesaria, ya que lo que se plantea aquí es un cambio de paradigma sociopolítico y del imaginario social colectivo.  El ataque al derecho a la vivienda, la educación o la salud, los recortes en políticas sociales, la corrupción, o la represión desmesurada en forma de violencia y miedo, suponen un ataque directo a ese umbral de tolerancia humana por el cual la población responde o, de nuevo, debería responder. Resulta esencial en este punto, aprender de la historia y fomentar el diálogo intergeneracional e intercultural para una mayor cohesión social fuera del espectro del crecimiento económico, generando una red de resistencia mediambientalmente sostenible, tejido social y conciencia colectiva donde crear nueva realidad sin miedo, consciente y democráticamente participativo.
Por último, y para concluir de una manera algo más pragmática la argumentación teórica de la necesidad de cuestionamiento de todo tipo de dominación del sistema político actual, cabría comentar la necesaria reformación de organismos internacionales como Naciones Unidas (nombre incluido si así se considerara necesario). La creación de instituciones internacionales que sirvan de espacio de diálogo ético, universal, transparente y justo que sirvan de herramienta para la consecución efectiva de los Derechos Humanos , así como el negar el derecho a veto en el Consejo de seguridad (repensando la necesidad de existencia del mismo), se aportan aquí como posibles mecanismos de mejora, fundamentados en una democracia no meramente representativa, sino participativa y directa donde las personas pudiéramos crear consensos amplios y transparentes sobre temas como los límites medioambientales de nuestro planeta o la redistribución de la riqueza global. Un espacio donde, al fin y al cabo, las alternativas “desde abajo”, lleguen fluyendo hasta “arriba” (entendido en términos de representación poblacional, justicia social e igualdad).
Y, para concluir, pasaremos de una perspectiva global de cambio a la realidad local de cada pueblo. Para ello, considero fundamental entender la “revolución” o “transiciones revolucionarias ecofeministas” (si se quiere encuadrar en un marco teórico más concreto), conllevan su tiempo, es decir, no una visión de algo radical pero puntual sino como un proceso gradual que se irá produciendo a lo largo de los próximos años de una manera más o menos rápida, humana, natural y justa. “Vamos despacio porque vamos lejos” 
 A nivel individual y colectivo, resulta importante  salir del paradigma del crecimiento infinito, el miedo y la codicia, y actuar en consecuencia con nuestras comunidades y con nosotros mismos. Existen cada vez más alternativas económicas y políticas que se basan en esos otros valores que también forman parte de la naturaleza humana como son la solidaridad o el cooperativismo. Ejemplos concretos en este sentido, lo supondrían la teoría economica del compartir, la autoconstrucción humana basada en la desmercantilización de bienes y recursos para fomentar un tipo de mercado más social y económica y ecologicamente democrático. La creación de monedas sociales, los grupos de consumo (también llamados de autoorganización comunitaria), bancos de tiempo, bioconstrucción, soberanía alimentaria, huertos colectivos, trueque, etc son ejemplos claros y concretos que, basados en enseñanzas más teóricas desde la permacultura o el decrecimiento, entendidas ambas como matriz o enjambre de alternativas sostenibles, podrían ayudar a la construcción de ese otro paradigma, siempre a través de la participación de las mayorías. La urgencia ecológica y social  en que vivimos actualmente, podríamos ser capaces de acelerar esa transición individual y colectiva hacia una mayor sustentabilidad ecológica y social (grupos locales con visión global).

 Huyendo, y como conclusión final, de las hipótesis extremas sobre la naturaleza de los individuos (insaciabilidad, egoismo, altruismo..) y basándonos en las necesidades humanas como motor de cambio, no nos queda otra, que aprender todo lo que la historia ya nos ha enseñado, y seguir caminando con dignidad.


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