Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

DETRÁS DE TODO GRAN HOMBRE,...


Vivimos en una sociedad que tiene una visión androcéntrica1 del mundo, la cual predomina en la mayoría de culturas de todo el planeta tierra, y viene siendo construida por lxs humanxs desde hace muuuchos años, antes que nacieran nuestras abuelas y abuelos. Esta visión se construye a partir de un sistema llamado patriarcado, palabra que por su origen griego significa “padre al mando” y tiene una sola base: la dominación y la opresión y, por tanto, la injusticia.

El tipo de relaciones interpersonales que construimos dentro de este sistema, puede representarse con el cuento de la caperucita roja y el lobo: las mujeres y otros grupos sociales somos lxs caperucitas rojas y la mayoría de hombres (aunque también algunas mujeres) son los lobos feroces. Nuestras formas de interacción y comunicación están cargadas de discriminación, subordinación y desvalorización, en otras palabras, están cargadas de sexismo.

Desde la visión androcéntrica-patriarcal se cree que las mujeres son inferiores, débiles y tontas y están sujetas al hombre (y a servicio de él), que es superior, fuerte e inteligente. Por tanto, es el hombre quien puede y debe protegerlas y enseñarles, aunque sea a palos; como si fuéramos unas criaturas salvajes para amaestrar.

Este parásito mortal, lamentablemente, ha infectado a casi todos los rincones del planeta (incluyo a mi pueblo). Y parece perpetrarse a diario en las nuevas generaciones. Se ha vuelto tan normal esta injusticia que hombres y mujeres seguimos aceptando, reproduciendo y, en consecuencia, preservando sin cuestionar la idea de que el destino de la mujer es casarse, parir, cuidar de sus hijxs, de su esposo y de su casa. Este es el modelo que históricamente se ha metido en el inconsciente colectivo3 a través de varias vías como: la religión, la política, la cultura, la escuela, algunos juegos “infantiles”, el lenguaje, entre otros. Y el mensaje que taladra nuestro inconsciente es: “o sos una santa o sos una puta”.

En la época colonial, los únicos espacios de formación para mujeres eran centros donde se les preparaba para el matrimonio o para ser monjas: clases de religión (para variar), de cocina y de bordado.

En la dictadura de Ubico se reglamentó la prohibición del ejercicio de la profesión a las mujeres  bajo el decreto No. 2756 del 11 de mayo de 1,942. Derrocado Ubico, la lucha femenina no terminaba: fue la lucha revolucionaria de guatemaltecas, que tuvieron la necesidad de aclarar: “Estamos en pleno uso de la razón.” El voto femenino suponía para otros un arma de doble filo. Gracias a esa lucha, en 1946 Guatemala se convierte en el noveno país de América Latina en conceder el voto a las mujeres (el primero fue Ecuador en 1,929). Ya eran ciudadanas, pero sólo las que podían leer!!!

Por razones como estas, la participación social de la mayoría de mujeres ha permanecido históricamente en el espacio doméstico. Hasta nuestros días, casi todos los espacios de participación están atravesados por este sistema que desprecia todo lo que se considera femenino. Y aunque han habido muchos logros, estos no han sido en igualdad de condiciones. La educación, por ejemplo, sigue siendo sexista a consecuencia de este sistema de opresión de que venimos hablando.

Recuerdo en la secundaria (de 1o. a 3o. básico), a una hora determinada nos dividíamos las chicas de los chicos: nosotras a recibir la clase de “Educación para el Hogar” (donde nos enseñaban a cocinar, bordar y cosas por el estilo) y los chicos a recibir la clase de “Artes Industriales” (donde les enseñaban un poco de carpintería, dibujo y artesanía).

Para curar este histórico estado febril que ha producido este maldito parásito, se vuelve una necesidad urgente el transformar, desde nuestra cotidianidad, las relaciones de poder, exigiendo igualdad, respeto y justicia; el lograr la independencia económica y el conocer nuestros derechos como mujeres.

PD.: Detrás de todo gran hombre, hay una mujer enferma, deprimida y suicida.

Nohelia Flores Escobar


1. 1    Androcentrismo: visión del mundo que invisibiliza a las  mujeres y niega las aportaciones realizadas por ellas. El hombre es el centro del universo.

2. 2   Inconsciente colectivo: fenómeno psíquico que influye en nuestra conducta sin tener plena conciencia de ello.

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